SPOILERS DEL FINAL DE FRINGE A CONTINUACIÓN
Llegué a Fringe allá por el año 2008, apenas se estrenó, gracias a mi fanatismo de por ese entonces por Lost. J.J. Abrams era el responsable de esta nueva serie, y en ese momento eso fue motivo suficiente para mí para empezar a verla. Mucho tiempo pasó desde aquellos primeros capítulos que, honestamente, no me atraparon demasiado, hasta que llegué a la mitad de la primera temporada y la serie empezó a tomar un rumbo y yo a engancharme. Pero además de episodios, todos estos años que pasaron también incluyeron una enorme lucha por parte de los fans de Fringe para evitar que la serie fuera cancelada. La verdad es que, si este programa logró sobrevivir cinco temporadas y no quedó inconcluso, es gracias al esfuerzo de todos sus seguidores y sus peticiones y campañas para rescatarlo.
Y después de tanta pelea, el pasado viernes llegó el tan temido final. Temido porque uno nunca quiere que termine una serie que le gusta mucho, aún si a veces resulta la mejor opción posible. Y temido también porque es inevitable preguntarse si estará a la altura de la historia (que, para colmo, en el caso de Fringe ha sido bastante enrevesada) o de las expectativas de uno mismo. Ahora, habiendo visto el final, puedo decir que me gustó mucho. Sí, quedaron paradojas y cosas que no terminaron de cerrar, pero en este caso decidí no ponerme en exquisita con todos los detalles y solo centrarme en lo que se mostró en los últimos dos episodios, y así quedé muy conforme.