Ésta es una de esas raras veces que puedo decir que tenía las expectativas demasiado altas por una ficción nueva y que se cumplieron en su totalidad. El domingo pasado la BBC estrenó el primer episodio de su nuevo drama, Sherlock, y déjenme decirles, me pareció brillante. Y si les digo que sus creadores son dos guionistas de Doctor Who como Mark Gatiss y el gran Steven Moffat (que ha sido responsable de otro
drama excelente como Jekyll o una comedia como Coupling), seguramente empezarán a coincidir conmigo incluso si todavía no la vieron.
Ésta miniserie constará de solamente tres episodios de una hora y media cada uno, pero aunque el sólo leer la duración los haga dudar si verla o no, les aseguro que no es tiempo perdido y que se pasa volando. Es como ver una muy buena película. Este primer episodio, titulado «A Study in Pink» y obviamente basado en una de las novelas más famosas de Sir Arthur Conan Doyle, «Estudio en Escarlata» (A Study in Scarlet), sirvió como carta de presentación de dos personajes que podrán parecer nuevos pero que en realidad son viejos y ya todos conocemos: Sherlock Holmes y el Dr. John Watson. Sin embargo, Moffat y Gatiss decidieron ir un paso más allá y abandonaron la Londres victoriana de Doyle para colocar a estos dos hombres en la Londres actual, y es así como se puede observar a un joven Sherlock sin su clásico gorro ni su pipa (al menos por ahora) y que utiliza la tecnología pero que, muy importante, conserva todas las características principales del clásico detective: el ser un obsesivo por conseguir respuestas que satisfagan su intelecto, ser retraído, considerar su gran inteligencia superior a la de todos los demás y tener una capacidad de análisis sorprendente. No será la Londres de la reina Victoria, pero la historia y los personajes funcionan a la perfección.
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